En Quijote también creemos en los espantos
Gilmer Mesa llega a Librería Quijote en Armenia para compartir una tarde de literatura y conversación. La cita es este viernes 17 de octubre: firma de libros a las 4:00 p.m. y conversatorio a las 5:00 p.m. en la Biblioteca de la Sociedad de Mejoras Públicas. Una jornada para quienes aún creen que los libros también espantan… pero de emoción.
ENCUENTROS Y CONVERSATORIOSARMENIA LEE
Daniel Gómez
5/8/20242 min read


Este viernes, Gilmer Mesa firma libros y conversa con los lectores que aún creen en la magia de la palabra.
Hay visitas que se sienten como si un personaje literario hubiera salido del libro y se hubiera metido, sin pedir permiso, a la librería. Este viernes 17 de octubre, tendremos una de esas. Gilmer Mesa llega a Librería Quijote en Armenia para firmar sus libros a las 4:00 p.m., y una hora después, a las 5:00 p.m., continuaremos el encuentro con un conversatorio en la Biblioteca de la Sociedad de Mejoras Públicas del Quindío.
No es cualquier tarde: es una de esas en que los libros parecen moverse solos en los estantes, como si supieran que algo grande va a pasar. En Quijote ya nos acostumbramos a que la literatura tenga algo de milagro, pero esta vez se siente distinto. Gilmer no solo escribe historias, las exorciza. Las saca del barrio, del dolor, del recuerdo, y las vuelve palabras que se quedan flotando, como brasas.
En su más reciente libro, Los espantos de mamá, hay una verdad que punza y acaricia al mismo tiempo. Uno termina de leerlo con esa sensación de que la literatura sirve, entre otras cosas, para ponerle nombre a lo que nos asusta. Y vaya que este país tiene de eso.
Por eso, tenerlo en Quijote no es solo un evento: es un gesto. Un recordatorio de que Armenia también puede ser un punto en el mapa literario de Colombia, que la cultura no pasa de largo si uno la llama con café caliente y las puertas abiertas. En estos tiempos donde la prisa manda, nosotros seguimos apostándole a lo esencial: detenernos a escuchar.
Quijote nació para eso: para conversar, para que los lectores se encuentren, para que la ciudad respire letras y se tome su tiempo. Y cada visita como esta lo confirma: que sí vale la pena, que los libros no se agotan cuando se venden, sino cuando dejan de compartirse.
Así que si andan por Armenia y sienten algo moverse entre las estanterías, no se asusten. No son los espantos, es la literatura haciendo de las suyas.